SOS de los maestros de matemáticas en ingeniería durante la pandemia

Ponente(s): Ana María Soto Hernández
Antes de la pandemia, los estudiantes de reciente ingreso a un programa de educación superior presentaban diversas experiencias en el proceso de transición; algunos se adaptan más fácilmente que otros al cambio del nivel educativo, pero todos tienen experiencias diversas con compañeros, amigos, profesores, normas culturales, nuevos contenidos y estilos de enseñanza aprendizaje. Los aprendizajes de matemáticas se ven correlacionados con cuestiones actitudinales, de hábitos y capacidades hasta sociales que, eventualmente pueden llevarlos a situaciones de agotamiento emocional. Estas se reflejan en la asistencia a clases, sus hábitos de estudio y su capacidad de trabajar en equipo, pero también sus habilidades en la organización de la información y sus pensamientos positivos de esfuerzo y logro. Y cuando se trata de buscar apoyo en momentos de crisis, el hablar con alguien y compartir su tristeza y enojo son elementos vinculados también con esos aprendizajes, y con la necesidad de atender su depresión y agresividad. Hemos investigado a estos estudiantes de ingeniería y sabemos que, para salir adelante en sus trayectorias escolares, utilizan principalmente estrategias de planificación y gestión de recursos para el aprendizaje en su trayecto escolar, unos pocos de reevaluación positiva y menos frecuente la búsqueda de apoyo social. También se ha reportado que, en los profesores, sus habilidades socio-emocionales permiten crear entornos educativos más positivos con los estudiantes y para ellos mismos, con lo cual se mejoran sus índices de bienestar y salud, o no. Así que, es importante brindar atención al aspecto emocional presente en el proceso de enseñanza y aprendizaje, y reforzarlo, sobre todo, porque, en general, los titulares de los cursos de matemáticas y física en los programas de ingeniería tienen un perfil que minimiza o ignora la importancia del trato humano con el estudiante, cómo aprende, en qué circunstancia lo hace. Muchas veces ni siquiera tiene la disposición para atender sus cuestionamientos y proporcionar ayuda porque están muy ocupados, según se ha reportado. Por lo tanto, las problemáticas de reprobación y deserción que conllevan a la exclusión quedan entonces sin narrativa que incluya estos aspectos señalados por diversos investigadores. Y en descargo de los profesores, podría decirse que tampoco sabrían cómo hacerlo, por lo cual, al ser cuestionados, se reducen a describir su falta de conocimientos y habilidades cognitivas. A partir de los avances de las neurociencias, la neurodidáctica emerge para combinar la psicología, la pedagogía y la didáctica. Para planear una clase, un profesor entonces debe considerar los intereses, las necesidades y las emociones de sus estudiantes para optimizar el proceso de enseñanza y aprendizaje. La base de todo ello es la ruptura del modo tradicional de ejercer la docencia –con el profesor como centro de la acción- y colocar en el centro al estudiante en acción al ponderar el aprendizaje cooperativo, lo que se denomina aula invertida, la inclusión frecuente de las tecnologías, la flexibilidad y, ante todo, la apertura para hacer actividades diferentes. Una intervención durante las clases presenciales con el uso de gafas de Realidad Virtual y microdrones para realizar prácticas con 230 estudiantes de cálculo, de primero y segundo semestre de seis programas de ingeniería, nos permitió observar una reducción en el índice de reprobación, de deserción, la vinculación a proyectos generados por ellos mismos, y lo más importante, la motivación para acceder a sus cursos de matemáticas sin el estigma de la negatividad asociada generalmente a ellos. Sin embargo, ¿qué ha sucedido en plena pandemia? Los profesores de matemáticas de la vieja escuela se han visto obligados a incursionar en un mundo que no deseaban, que les era ajeno, incluso que temían. Los matemáticos de 60 y más, que no se habían involucrado con el uso de la tecnología y que se aferraban a sus sesiones con gis y pizarrón para mostrar el desarrollo formal de las construcciones abstractas, ahora tuvieron que iniciarse en el manejo de una pizarra digital, de grabar su clase, de asumir la necesidad de confiar en la honestidad de los estudiantes al aplicar exámenes, porque es el único recurso para sus evaluaciones. Otros más, con antecedentes en el manejo de las TIC, están emocionados. Muchos recursos a su alcance para trabajar con los estudiantes, situación que anteriormente estaba muy limitada en los espacios físicos de la institución. Muchos, aprendiendo al menos el manejo de dos o tres recursos digitales, alguna estrategia didáctica que no habían querido voltear a ver y que hoy se convierte en un salvavidas. Los profesores están estresados en su mayoría, han estado conscientes de lo imperativo del uso de la tecnología, de los múltiples incidentes posibles en el acceso a ella en tiempo, modo y lugar. Han tenido una sacudida inédita y el experimento social impensable del encierro, la cuarentena, los tiene azorados, haciendo lo que ni en sueños hubieran pensado hacer.